He vuelto al mercado de las frutas, de la carne y del pescado de aquel barrio griego, a tomar un zumo de naranja, entre los olores a especias y a humedad de los sótanos, donde caben todas las cosas que pueden ser vendidas.
Hace tanto calor-amor; y tengo los ojos tan abiertos...... que al descender la calle de la tienda del té, ni siquiera me doy cuenta de que se hace cada vez más oscura y peligrosa.
El sombrero de paja de Venecia y la cámara de fotos colgada.... la otra Atenas se va abriendo, calle abajo. Aún con el aroma de las infusiones, y la seguridad de que, cualquier sitio, es un sitio seguro mientras dure la magia del viaje, nos vamos al lugar donde los muertos vivientes recorren las aceras.
¡Qué mundo habitamos de extraña coincidencia entre el blanco...... y lo negro!
¡Qué extraña sensación la de que nada malo me puede pasar...... mientras dure el viaje¡
Otra vez estoy allí allí.......viviendo en la furgoneta; y todo por sentir, de nuevo, el sabor de este té a limón de la tienda de los "co- olores"
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